El hijo de Tato Bores vuelve a la comedia luego de haber dirigido Sin Memoria hace ya un año; en este caso acompañado de Ricardo Darín, quien dará vida a Roberto, un veterano de Malvinas solitario, gruñón y con buenas intenciones a quien, un día como cualquier otro, le cae un chino del cielo.
La historia de Un cuento chino está basada en un hecho real; hace aproximadamente diez años una vaca cayó del cielo y hundió un barco en un lago de China; esa es la premisa del film, lo que pasa de ahí en adelante es pura y exclusivamente la imaginación del autor. El sobreviviente de ese barquito es Jun, un joven chino que aparece en Buenos Aires como por arte de magia y, luego de varias idas y vueltas, termina en la casa de Roberto.
Roberto, quién trabaja en la ferretería que heredó de su padre, lucha día a día con sus problemas personales que arrastra desde la juventud y, sin duda, su encuentro con Jun marca un antes y un después.
La película, narrada en clave de comedia, se destaca en particular por Ricardo Darín, quien sin duda es capaz de convertir lo que toca en oro; si bien el film es divertido y gracioso no sería lo mismo con otro actor; el público quiere a Darín y él, inevitablemente, se hace querer. Uno espera sus caras y uno va a ver una película de Darin, no de Sebastián Borenzstein.
Un cuento chino, es una buena película para pasar el rato, y transitara nuestra cartelera por varias semanas. Una historia sencilla que rescata los valores de una buena persona, una amistad, un romance cohibido y un ser humano superándose a sí mismo.
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