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Incendies

26 May

Incendies es una película canadiense que deja al espectador con un nudo en la garganta, es de ese tipo de films que pasan horas y horas y uno aún sigue pensando en ella y replanteándose situaciones y momentos; desconocemos como reaccionar ante semejante historia.

Denis Villeneuve nos retrata la historia de la familia Marwan en dos tiempos paralelos. Por un lado los gemelos Jeanne y Simón, quien luego de haber fallecido su madre deciden recurrir al escribano para develar el testamento; allí descubren que poseen un hermano desconocido y un padre que creían muertos. Por otro lado, a medida que ellos investigan la vida de Nawal Marwan, la conocemos a ella en su país de origen, Líbano y en sus momentos de juventud, el film recrea las situaciones que van descubriendo sus hijos.

Con una forma particular de narrar, el director logra que el espectador se mantenga en vilo durante las más de dos horas que dura el film. Es atrapante en parte, gracias a los recovecos por los que se va metiendo el autor, escenas insospechadas tanto para el espectador como para los propios protagonistas.

Incendies es un thriller, es un drama, es una historia de amor y desamor, de guerra y de paz, es una tragedia griega que rememora a Sófocles. La historia de Nawal es dura y no tiene medias tintas. Una mujer que se arriesgo para defender sus valores e ideales, sin importar consecuencias. En una época en que la situación de Oriente era de por sí complicada, la mujer se consideraba un ser sumamente inferior y Nawal nos demuestra otra cara de la misma moneda. La guerra y sus crímenes, las luchas de una mujer y luego de una familia.

Incendies está basada en la obra de teatro de Wajdi Mouawad; y bien podría ser una historia verídica; es una película verosímil, y considerando lo que está pasando en el mundo actual, quizás hasta sea demasiado naif.

Un feriado particular

10 Mar

En los últimos tiempos no es lo común descubrir una película que refresque a la audiencia, que destaque entre el calor y la densidad del verano porteño; que tome lo mejor del cine que ya no está y augure un futuro donde el cine todavía no murió. Sin embargo, los 75 minutos que dura Un feriado particular se sienten como una bocanada de aire fresco, como un oasis en el centro del desierto europeo.

La historia se centra en Gianni, un hombre de clase media italiana que desde hace ya varios años se encuentra desempleado y se dedica a cuidar a su madre, una jubilada muy especial. Un día previo al concurrido feriado del 15 de agosto, el administrador del consorcio decide hacer un trato con él a cambio de que este le cuide a su madre el fin de semana largo. Como si esto fuera poco, al momento del administrador llevar a la madre, ya que esta le lleva también a la tía, y con el correr del film al pobre protagonista se le adhiere otra pobre jubilada.

Esa es la base con la que el film parte rumbo a la locura, Gianni entrega sus días a las cuatro señoras mayores que se dedica no solo a cuidar, sino también a alimentar y dormir. Con varios enredos en el medio y más de una aventura en pleno centro de la bella Roma. La película nos muestra personalidades sencillas, de gran corazón, gente simple y sincera, gente humilde en situaciones cotidianas; algo no muy habitual en el cine actual, donde en general tiene que haber un personaje exagerado y poco creíble para sacarle una risa al espectador.

Gianni Di Gregorio es el autor de esta película, su opera prima en la que cumple el rol de director, guionista y actor protagónico. Si bien es su primera obra como director, Di Gregorio se ha desarrollado desde la década del ’70 en el ambiente cinematográfico y eso se ve reflejado en el film. Si bien es una producción de hace ya 3 años, en su momento fue la ganadora a mejor película en el festival de Venecia, y la recaudación que tuvo en su país de origen fue más que llamativa.

Un feriado particular hace honor al neorrealismo italiano, actores no profesionales tematizando  las condiciones económicas de la Italia posmoderna. Haciendo honor a sus raíces cinematográficas, deleitando al espectador con una comedia sencilla, aunque no por eso menos contundente.

Baarìa, las puertas del viento

8 Ene

Tornatore se dio el gusto de filmar una película con un costo de 25 millones de euros y un despliegue monstruoso. Al igual que en Cinema Paradiso, vuelve a retratar la infancia, la juventud y la adultez desde una óptica muy particular; donde son constantes los recuerdos de su propia vida en Baaría, donde residió hasta casi sus 30 años.

Giuseppe Tornatore es un cineasta del pasado. Sus películas cumplen también el lugar de memorias, de testamento. Es autobiográfico, lo vimos hace 20 años con Cinema Paradiso, y lo volvemos a ver ahora con su última película. Su infancia en Sicilia, su lugar de nacimiento, marca su filmografía de principio a fin; se nutre de su propia historia. Toma lo que necesita y después moldea como un artesano del guion y la cámara.

Guiseppe Tornatore es también un cineasta de la nostalgia. Anhela ese pasado que no va a volver y para satisfacerse lo recrea una y otra vez. Desde distintos puntos de vista, distintas partes de la misma historia; repitiéndose en su mente camino a un loop infinito.

Baaría es una película que separa personas como capítulos, y capítulos como historia de la bella Italia. Primero esta Cicco el padre de la familia Torrenuova en los años anteriores al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, lo sucede Peppino, su hijo menor. Con Peppino se desarrolla la mayoría de la historia, desde el inicio de la guerra hasta los ’80, atravesando el periodo fascista con una particularidad; tanto Peppino como su padre y su hermano son comunistas, pero él en particular destaca dentro del partido y constantemente busca abrirse paso y salir adelante.

En paralelo a esto, vemos otra marca de Tornatore, una historia de amor entre Peppino y Mannina. Constantemente se cruzan en la pantalla la política, con el amor, la pobreza y la enfermedad; son parte de un todo en la vida del protagonista y también del director.

Esta película es un autorretrato, por momentos pesa su duración, lo que en una película de más de dos horas no sorprende. Sin embargo los colores, la calidez y la frescura que recrea Tornatore son algo que hace que valga la pena sentarse en la butaca.

Surveillance

10 Dic
Lo primero que atrae al espectador a esta película es el apellido de la directora, Lynch. La hija del autor surrealista posmoderno David Lynch llega a esta parte del mundo con su segundo largometraje, realizado en el 2008, Surveillance, cuya traducción a nuestra lengua seria Vigilancia. La pregunta es: ¿Será digna heredera de la genialidad de papá?
Jennifer Lynch, nos cuenta la historia de dos agentes del FBI que llegan a un desolado pueblo americano para resolver una serie de crímenes ocurridos esa misma tarde en la carretera, y con ello descubrir la identidad de un grupo de asesinos seriales que van recorriendo la ruta y asesinando gente por mero gusto. La investigación cuenta con tres testigos clave, una niña de 8 años, una joven drogadicta y un policía. Durante los interrogatorios cada cual contara su versión de los hechos, y la directora nos mostrará de una manera particular que no todos dicen la verdad.
Lo esencial de la película es la manera en que están narradas las historias de los testigos, planos largos sobre una carretera desértica, donde nada es lo que parece. Lynch comienza  con escenas sumamente violentas e impactantes para el espectador no acostumbrado a la masacre, sin embargo, al desarrollarse, el film pierde ese impacto que podría llevar al espectador al asombro y cae en un final predecible.

Villa Amalia

12 Nov

Isabelle Huppert descubriendo Villa Amalia

La vida de Ann-Eliane (Isabelle Huppert) cambia completamente un día que decide seguir a su marido y encontrarlo besándose con otra mujer. Acto seguido, se topa con un conocido del pasado llamado Georges (Jean-Hugues Anglade) a quien toma como amigo y único confidente de los actos que van a acontecer en su vida.

Ann decide en una semana abandonar todo, a su marido con el cual lleva más de una década conviviendo, a su trabajo en el cual se desempeña como una exitosa concertista de piano, su departamento en las afueras de Paris e inclusive su propia identidad.

Con el correr de la película vemos a Ann despojándose de su ropa, sus documentos, todo lo que la vincula con su vida pasada, con una persona que ya no es. Vemos el cambio de vida, de la gran ciudad a un pueblo minúsculo en la bella Italia.

La película, basada en una novela del francés Pascal Quignard, nos habla de la soledad, de ciertos momentos en la vida de una persona en que es necesario dejarlo todo y partir. Cuando Ann decide alejarse, encuentra su lugar en el mundo, donde es feliz con su nueva vida, ese lugar es el que da nombre al film, una casa en la cima de una montaña llamada “Villa Amalia”, ese es el momento determinante de la película, cuando ella descubre esa casa abandonada se da cuenta de que lo que ella quiere es eso, ahí quiere vivir y disfrutar.

Con la dirección del francés Benoît Jacquot, podemos disfrutar nuevamente a la maravillosa actriz Isabelle Huppert, quien es el motivo fundamental para ver esta película en pantalla grande. Si bien el film cuenta con buenos momentos, por momentos aburre al espectador por ser redundante y repetitiva con cuestiones como la rutina, la soledad y el desencanto.